jueves, 11 de agosto de 2011

A LOS OJOS (De espalda)

Embiste la cabeza, atrás regresa desvaída a su fetal propuesta, al contrario el mundo estático le viene, como si temblase, la briza que le sonríe y entretiene.


Que pierda su justo, su ambición y reparo, ya no de erguirse quieta sin contesto, grávida, babeante, como cuelga, como vid de fruto, gajo de tiempo maduro y entendido, goteando la sepa usted que sabe, ya pesada de cierto y de promesa.


Palpitante sin remedio de dosis o demora, señalada ritmando el segundero, a camino, a llevadero, a tientos despeinada, a vientos sáficos y paraísos.


Vientre de lazo aprieta sin reduce y sin cambio aunque sencillo, aunque ya amarrado velo a las nodrizas cantando en todas las puertas del silencio. Bienvenido, ven, venido, anhelo.



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EL REINO DEL VACÍO (En deconstrucción)

0. Pertenezco, es todo, de lo contrario nada mío habría disponible para notificar el uso de esa certeza.


1. Cuanto puedas, los nervios, advierte sus parajes de caótico espasmo, apólogas ciudades le van colmando, tus súplicas, tus pretextos construyes.


2. Están, puedes verlos, no agotes lo que te queda, las manos guarda, las miradas, todas las últimas ideas, no tienen camino, avanzan.


3. Al alma se equipara la esperanza, cierto es el ánimo heredado, la encarnada convención de subsistencia, absurda la palabra, el sueño, las cosas y sus sombras.


4. Sensato, corrupto para todo lo animado, el cansancio es, subversión del alma, la prisa de quién al límite aprende.


5. Malditos los desanimados, de ellos es el reino del vacío.



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LISTADO

Vuelve uno, de memoria, a la fila que no hacía, nutrida de la ausencia que nos toca, de todos, ¡paren ya! De mi espacio a cuotas, altas algunas, las de menos miedo y más ira, las de callarse, dormirse callado, o insomne, aturdido por su propia pluma, quieta. Pasar dando tumbos contra el quicio aburrido de las posibilidades. Vuelve uno. Todos puntuales, como un parto que no advierte otro suspiro del tiempo y el aplauso de tantos viejos que lloran de venganza, ¡Paren ya! de mi fila reservada a pulso: rebeldía artesanal de mi madera, ornato del mismo que mostrando -se- esconde. Dejadme por fin mi cara de público, no pisen más su losa pulida.



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