miércoles, 14 de octubre de 2009

IMPREVISIONES

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1.

Es el hombre el que cae
Es uno el que llueve
Uno es posible
La lluvia
Apenas y es una palabra.
2.
Está, se dice, y así parece.
El tiempo se des-cribe
En su propio verbo
En su exorcismo.
3.

A nada huele la flor del mundo
Ningún color le habita
Así.
El vuelo
En la mariposa quieta.


http://www.chemamadoz.com/gallery1.htm

4.

Llegaré en pasado
Pero han venido demasiado
Pronto aún los habituales
Para decir que ya no me pertenece
El nombre
Entonces, he corrido hasta el lugar
He desenvuelto el pañuelo
Hasta borrarlo y ver
Dispuesta junto todavía
La imagen de la distancia
Y el tamaño innecesario de mi risa
Junto, digo, todavía
Al silencio que han guardado
Quietos, allá, esperándome
Donde han quedado dónde
Donde siguen viviendo.

Estación

Sólo la distancia sé.
Se han ido
Quizá por fin
Desde aquí parecen repetirse
Sólo la distancia sé
Abordaron conclusiones
Y yo que bajo la estación supe
Sólo la distancia sé
Estación.
Pasarán de vuelta
Agitando las manos si aún les queda
Ánimo de no regresar
Saber de irse.

Regreso

En y de mí Rodeado
Y serme Por fin
Soledarme de Mí mismo
Perder Ese designio
Y ser yo
Sor
Yer
So
Dejando.

Sólo si se detiene
(Absolutamente desconocida Nº 0)

Persiste, todavía, en ningún lugar, persiste en llegar
A ningún lado.
Se atreve, apenas, a suspirar dormida y olvidar el sueño
Si hubo o será posible.
Aparece, allá del espejo, única, en ese lugar al que no llega
Y nunca ha abandonado.

Serantes

El punto en que se impone
Único y completo
(Después de engerir su pedestal de nombre)
El ser sobre las cosas
Sobre lo que seres fueron ante el designio
Y perecen más allá
De su angustia
De seguir siendo
De repetirse ya
Ante algún ojo
Idénticos a otra cosa.


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domingo, 5 de abril de 2009

DESCONOCIDA N°1

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DESCONOCIDA Nº 1


Foro

Hace un rato, sobre el borde del telón que esconde la estación de los ojos; móviles siempre, aparentes por esencia, se detuvo ella, aún sin querer aparecer de niña, con ese traje recogido del sótano, buscando con la punta de los dedos otra sensación en los encajes que se le deshacen en las manos.

Prólogo

Hace calor, están sudando. El techo dice cuando el director transita su angustia desde proscenio hasta atrás, hasta foro, hasta donde ella estaría llorando pero no hay nada. Pero no hay nada. La escena desierta y el telón de boca que se abre porque es la hora en punto. Pero hay nada.

Preludio

–¡Laura! –todo el silencio en el grito, todo el abismo en el vértigo.

­­Alguien tose. Los gonces de las puertas, los pasos, tantas piedras levantadas, el sonido del agua.

–¡Laura! ¡Laura! –al borde del llanto– los ojos te esperan sollozando.

Los ojos. (Primer Acto)

Creemos, en lo quieto e intrépido de la escena, que nada esconde ese azar entretenido; no obstante, suspirada, desde la sospecha secreta de ese vacío, aparece, asustada, llorosa, desnuda, tiemblan en sus manos, como las últimas plumas de unas alas, las hojas del libreto. Corre, corre hasta esconderse en estos ojos asombrados.

–¡Ooohhh! –en coro– después, tan lleno de ella todo el silencio, que hay quien se pierde, aplaude y se descubre solo, de pie, fascinado de incertidumbre.

Ella sonríe, solloza, sonríe, revolotean hasta el suelo las hojas del libreto, sobre ellas su cabeza, su cuerpo, lágrima absorbida por el texto. Desnuda duerme, parece, dentro de estos ojos descansa.

Acusmática (Distanciamiento)

–¡Señoras y señores!, es lamentable, lo sé, pero no ha podido el ser humano ponerse por encima de la fatalidad, y hoy la escena, aunque no trágica, ha resultado malograda.


Los lentes (Segundo acto)

Una luz plana se encendió allá. Ella Despierta, sin levantarse saca el libreto de debajo de sus sueños para cubrirse el rostro.

Un hombre de anteojos entra a escena; agitado, incumplido, tarde, cansado, hilarante. Reímos, ríe su incertidumbre de recién levantado. Corrige la inclinación de sus lentes que vuelven a deslizarse en el sudor. Reír. Grita.

–¡Silencio!

Tiene las manos juntas, entrelazadas como un gran puño que duerme sobre su vientre.

–¡Silencio! –repite.

Se está balanceando sobre los talones de madera.

–¡Silencio, por favor escuchen!

Es imposible, la risa nos hace, le hace ese sudor plano e imperceptible. La pista deslizante, los anteojos, la ansiedad, el desvanecimiento.

Las manos (Tercer acto)

El aplauso es un muro que se destroza, y tantas manos de escombro, producto de la risa: mano de la nada que empuja, caen sobre la escena. El hombrecito corre asustado, por fin ruedan por el suelo los anteojos frente a ella que, con su rostro de papel, busca, bajo esa montaña de aplausos se arrastra, tantea, estira sus manos ciegas hasta dar con las gafas, las toma, las pone ante sus ojos y, sacudiéndose los últimos aplausos nuestros, lee el libreto:

–…amaneceres remotos desde los que todos ustedes imaginan realizar el sueño de sus vidas: “No haber nacido”.

Alguien llora en el público, alguien y otro y otro más que traga sin probar.

–No lloréis –continua leyendo, alucinada en su desnudes herida por sollozos.

–No lloréis –repite– eso es todo, el llanto repite los silencios y, aunque muchos silencios permiten averiguar y hasta hacerse sospecha, un silencio generalizado acaba por borrarnos lo que el recuerdo no alcanza a nombrar, porque no es tiempo ni espacio: uno mismo.

Mientras su boca se abre con el eco de la “o” suicidándose en la comisura de sus labios, el telón se cierra con lentitud ingrávida y precisa como la oscuridad que nos susurra quedamente: –Fin.

Manos, unas contras otras, agitadas, cansadas y calientes, dando por entendido la satisfacción y el delirio.


Colofón

–¿Qué es esto? ¿Cómo permitir que esto pueda nombrarse de alguna manera?

Un alarido que se ahoga en el recinto iluminado entre voces ya desiertas y despedidas comentadas.

–¿No dirán mayor cosa? ¡No tiene nombre, no tiene nombre!




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miércoles, 25 de marzo de 2009

DESCONOCIDO Nº 1

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DESCONICIDO Nº 1

Mostración.

Míreme, dice, no le resultará complicado, la misma historia de siempre, nada cambiará el que alce la mirada; en el fondo, no dejará de mirarse a sí mismo. No estoy en frente suyo, en verdad no le recrimino. Allá persiste el mismo silencio de siempre y no han dejado de vernos como a un espejo; total, estamos encima de tanto sólido, no hay un solo instante de vacío que pueda servirnos para algún intento; quizás, si estuviéramos de pie por un momento, podríamos saber si hay un abismo bajo nosotros, imagínelo… De nada serviría, sólo la misma obsesión en la que no alcanza a traspasar el cuerpo.
¿Está sangrando? ¿Es sangre eso? Valdría la pena, pero sólo es sudor; además, la pena no cuesta, lo supe hace un rato, no hablaría de eso, dije, sin embargo hace calor y no hay forma de evadir el sacrificio aunque… todavía quedara por definir, ¿Usted cree?, dice, suspira.
Sacrificio, ese es uno de los rumores, que no se está aquí, lejos de ellos, sentado como una roca, si no fuera por esa búsqueda. Preocupante, dice, preocupante ese verbo. ¿Buscar. Lejos. Estar? En verdad os digo que no son la misma cosa. Estar, digo.
La mujer que está allá, tras el árbol, oculta más allá de su mirada desde donde me mira, tiene dos hijos, han estado juntos los tres, aquí, en frente; sólo una vez los acompañó su padre que permaneció sin mirarme todo el tiempo… desapareció días después llevándose su progenie. Sólo ella me mira, aquí, detenido, sólo ella como ninguno sobre lo sólido, sabe de mí; necesita saberlo, peo ya no puede más que mirarme, está ciega. Un vacío dijiste [ayer] mientras dormía, un vacío bajo nosotros, un vacío que nos permita un intento, un abismo bajo nuestros cuerpos erguidos… si pudieras caminar en su mirada


Phármakon.

Las sobras del veneno te han hecho sentir, mártir, que la temperatura no existe. Nos dirás cómo es eso; qué puedes pensar de las cosas cuando no arrastran ya ninguna estación íntima y el recuerdo tiene un vacío que se llena de sí mismo. Nos dirás, mártir, dónde ponemos el sueño que creímos cálido, uterino. Dinos cómo pudieron creer en el amor los siglos, y morir o enloquecer creyendo. Cómo mueren los grados, mártir, se queman o perecen ahogados de trágico frío.

***

Abajo. El silencio. Ciego por fin de todo lo aparecido. Oculta la verdad y muda la palabra. Se entierra. Debajo. Los ojos olvidados en su útil miseria. Libre silueta de tanta forma, ya absurda de su propia luz cerrada.

***

¿No es volar lo que adivinas? Has dejado un instante de fragmentos y ganas, y ahora te admites total e inmóvil… Apenas has logrado, es tu voz lo único… ¿Qué escuchas? Dite cómo has, otra vez, de provocarlo desde tu inmensa soledad ignara y eficiente.

***

No se recuerda la sombra
No puede hacerlo el silencio
El tiempo, a penas y alcanza

A recordarse recuerdo
El hombre haciéndose sombra

Dejándose ser silencio
Recuerda que se ha olvidado
Que es olvido del recuerdo.



Libración.

Lo que podría ser, lo que sería si no hubiésemos tenido razón suya, y una ignara profecía nos arrastrase a pensar que tirarse y dejarse caer se corresponden. Usted es el gesto que regresa antes del signo.
Lo que podría ser, lo que sería si no hubiésemos cerrado tanta distancia para verle donde siempre ha estado, y poder conocer, al fin, en su silencio, lo que tenía la sospecha y la espera y la pregunta.


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miércoles, 18 de febrero de 2009

X PERSONA

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X - PERSONA
1.
...es que, por ejemplo, no volvió, después de la fecha exacta se quedó sin venir y el árbol estuvo solo; tanto, que ya cuando pudo volver a verlo, no estaba.
Abrió la tierra por ahí, por donde se llega, se llegaba; estuvo exactamente el mismo tiempo, hasta advertir, según él, el cálculo.
Así las cosas, se puso dentro y empezó a querer florecer.
En esas... agua.
2.

Ya estando detenido, de pie o de espalda, hubo de autorizarse, sin más remedio y sin motivo, para lo que entonces podía ser conocido, o no, como posibilidad.
– ¡Acepto porque soy!.
Ni siquiera fue mito o felicidad.
Después pudo saberse que no había caso, que ya estaba detenido.
Ninguno alcanzó a llegar y, estando allí, la envidia le hizo ser... nada importó más.

3.

Si es, levantar la mano o decir yo o, por qué no, reír. No. Responder afirmativamente o hasta moviendo la cabeza; es más, con estilo, sin que alguno pueda percatarse, cerrar los ojos o mover con prudencia las cejas; una, si es el caso, al fin y al cabo es el turno lo que cuenta, lo disponible, el resto es memoria y, como delito, tan descartable que reír es respuesta, o desmayarse, o hacer que no es uno.
Indicio, sospecha, alarma de incendio. Pasan por el lado y huelen la puerta de pan.
Por eso lo mejor es siempre, aunque tiembles y enmudezcas, llevar reloj, siempre el punto, mayor o menor, será correspondiente, y es mejor saber qué hacer en esos casos.

4.

A pesar de todo y aún cuando era necesario, al menos algo, confesó. Dijo: – Tal vez. Y fue tan preciso (Tanto, hasta la ambiguedad) en el momento, en el tono, en el proceso de mirar hacia allá mientras pronunciaba esa síntesis, que nadie quedó satisfecho. Tosió, como es costumbre después de tal evento y se quedó mirando el horizonte ya desdibujado por tan cerca, por tan cierto.

5.

Inútil por ser. Utilidad. Posible del verbo, disponible de la nada y su orden (: Disposición), paredes de humo de los nervios, instrucciones de uso de lo voluntario, sentido de las huellas dispuestas y, si es el caso, maneras de ser de lo posible o posibles formas de no ser.

Inútil por ser. Suficiente. Entrada al afuera, inclusión de uno en no mismo o, si es el caso, exclusión de sí mismo en otro, permanente del supuesto, espera de la permanencia.

6.

Imperativo, se afirma, ¡Ay, Dios mío! Se posee allá, en lo ajeno. Sus columnas se hunden en el sol, parece, la estación última.


Metatempo

Pide tiempo, el tiempo, se pide; se agoniza tanto en cuentas inconclusas y adversarios digeridos y falta de sí mismo y el ya sin sabor de su espalda de mascar. Quiere ver el silencio que no tiene, el rato que le falta para dejar de siendo.

No es de esperar, no alcanza. Cuántos reflejos suyos le han olvidado desleídos en él, tan simples y quietos. Llega tarde: no se llega.



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