domingo, 5 de abril de 2009

DESCONOCIDA N°1

Creative Commons License

DESCONOCIDA Nº 1


Foro

Hace un rato, sobre el borde del telón que esconde la estación de los ojos; móviles siempre, aparentes por esencia, se detuvo ella, aún sin querer aparecer de niña, con ese traje recogido del sótano, buscando con la punta de los dedos otra sensación en los encajes que se le deshacen en las manos.

Prólogo

Hace calor, están sudando. El techo dice cuando el director transita su angustia desde proscenio hasta atrás, hasta foro, hasta donde ella estaría llorando pero no hay nada. Pero no hay nada. La escena desierta y el telón de boca que se abre porque es la hora en punto. Pero hay nada.

Preludio

–¡Laura! –todo el silencio en el grito, todo el abismo en el vértigo.

­­Alguien tose. Los gonces de las puertas, los pasos, tantas piedras levantadas, el sonido del agua.

–¡Laura! ¡Laura! –al borde del llanto– los ojos te esperan sollozando.

Los ojos. (Primer Acto)

Creemos, en lo quieto e intrépido de la escena, que nada esconde ese azar entretenido; no obstante, suspirada, desde la sospecha secreta de ese vacío, aparece, asustada, llorosa, desnuda, tiemblan en sus manos, como las últimas plumas de unas alas, las hojas del libreto. Corre, corre hasta esconderse en estos ojos asombrados.

–¡Ooohhh! –en coro– después, tan lleno de ella todo el silencio, que hay quien se pierde, aplaude y se descubre solo, de pie, fascinado de incertidumbre.

Ella sonríe, solloza, sonríe, revolotean hasta el suelo las hojas del libreto, sobre ellas su cabeza, su cuerpo, lágrima absorbida por el texto. Desnuda duerme, parece, dentro de estos ojos descansa.

Acusmática (Distanciamiento)

–¡Señoras y señores!, es lamentable, lo sé, pero no ha podido el ser humano ponerse por encima de la fatalidad, y hoy la escena, aunque no trágica, ha resultado malograda.


Los lentes (Segundo acto)

Una luz plana se encendió allá. Ella Despierta, sin levantarse saca el libreto de debajo de sus sueños para cubrirse el rostro.

Un hombre de anteojos entra a escena; agitado, incumplido, tarde, cansado, hilarante. Reímos, ríe su incertidumbre de recién levantado. Corrige la inclinación de sus lentes que vuelven a deslizarse en el sudor. Reír. Grita.

–¡Silencio!

Tiene las manos juntas, entrelazadas como un gran puño que duerme sobre su vientre.

–¡Silencio! –repite.

Se está balanceando sobre los talones de madera.

–¡Silencio, por favor escuchen!

Es imposible, la risa nos hace, le hace ese sudor plano e imperceptible. La pista deslizante, los anteojos, la ansiedad, el desvanecimiento.

Las manos (Tercer acto)

El aplauso es un muro que se destroza, y tantas manos de escombro, producto de la risa: mano de la nada que empuja, caen sobre la escena. El hombrecito corre asustado, por fin ruedan por el suelo los anteojos frente a ella que, con su rostro de papel, busca, bajo esa montaña de aplausos se arrastra, tantea, estira sus manos ciegas hasta dar con las gafas, las toma, las pone ante sus ojos y, sacudiéndose los últimos aplausos nuestros, lee el libreto:

–…amaneceres remotos desde los que todos ustedes imaginan realizar el sueño de sus vidas: “No haber nacido”.

Alguien llora en el público, alguien y otro y otro más que traga sin probar.

–No lloréis –continua leyendo, alucinada en su desnudes herida por sollozos.

–No lloréis –repite– eso es todo, el llanto repite los silencios y, aunque muchos silencios permiten averiguar y hasta hacerse sospecha, un silencio generalizado acaba por borrarnos lo que el recuerdo no alcanza a nombrar, porque no es tiempo ni espacio: uno mismo.

Mientras su boca se abre con el eco de la “o” suicidándose en la comisura de sus labios, el telón se cierra con lentitud ingrávida y precisa como la oscuridad que nos susurra quedamente: –Fin.

Manos, unas contras otras, agitadas, cansadas y calientes, dando por entendido la satisfacción y el delirio.


Colofón

–¿Qué es esto? ¿Cómo permitir que esto pueda nombrarse de alguna manera?

Un alarido que se ahoga en el recinto iluminado entre voces ya desiertas y despedidas comentadas.

–¿No dirán mayor cosa? ¡No tiene nombre, no tiene nombre!




DESCONOCIDA N°1 by Ricardo Canizales is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Colombia License.

9 comentarios:

  1. Canizales, gracias por su visita, un saludo desde Brasil!

    ResponderEliminar
  2. Saludos desde Italia.
    Gracias por tu visita.

    ResponderEliminar
  3. Jo...cada vez que leo esto me quedo con un sabor entre desolación y nostalgia en la boca, la abstracción de la escena, corre aceleradamente por las venas como aguar en su máximo hervor, es angustiante cada figura esos ojos desnudos, los silencios perfectos interrumpidos por las risas...joder, y luego ese final, me gustò mucho, toca fibras muy profundas, golpea como el mismo silencio y su frío, besos!!
    Mientras su boca se abre con el eco de la “o” suicidándose en la comisura de sus labios, el telón se cierra con lentitud ingrávida y precisa como la oscuridad que nos susurra quedamente: –Fin.

    ResponderEliminar
  4. Fuerte, intenso
    Un placer leerte
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. "Creemos, en lo quieto e intrépido de la escena, que nada esconde ese azar entretenido", ésta y otras imágenes en(tre)lazadas en un texto intenso y diferente. Me gustó la estructura, me gusta cómo dice. Saludos desde Argentina, María

    ResponderEliminar
  6. Buen blog y esta escena en varios actos, angustiante, sonora, plena. Muy bien elaborada, tienes madera muchacho, abrazos de Julia

    ResponderEliminar
  7. simplemente me encantó, te felicito

    ResponderEliminar